Es fácil entender de manera intuitiva que los Centros Especiales de Empleo (CEE) generan valor social y económico. Pero para mejorar cualquier cosa hay que medirla. También nuestros centros. Y, al hacerlo, diversos estudios han demostrado que, incluso usando diversas metodologías de medición, el resultado siempre es claro: cada euro invertido se transforma en beneficios tangibles. Beneficios para las personas trabajadoras, sus familias, las empresas y la sociedad en su conjunto.
Para evaluar y mejorar la actividad de un Centro Especial de Empleo es necesario medir sus resultados. La literatura científica ha ido proponiendo diferentes fórmulas de evaluación y, con el paso del tiempo, se han fijado dos enfoques distintos.
Dos enfoques para medir el impacto de los CEE
El primer modo de medir es el llamado SROI (Social Return on Investment), que mide el retorno social directo para los principales beneficiarios: las personas con discapacidad, sus familias y las administraciones públicas. Este método aplica contrafactuales, o sea, se pregunta qué habría ocurrido sin la existencia del CEE y evalúa de ese modo la eficacia de las políticas de inserción laboral.
Otra vía es el Valor Social Integrado (VSI), que ofrece una visión más amplia. Considera tanto los resultados inmediatos como el valor generado en la actividad mercantil y social. Incluye a todos los grupos de interés y cuantifica cómo se comparte ese valor entre empleados, clientes, proveedores y la sociedad.
Una inversión que siempre suma
Como cada enfoque aporta matices diferentes, la investigadora Silvia Ayuso Siart realizó recientemente una comparativa en un artículo científico (lo puedes ver aquí). Y, a pesar de las diferencias encontradas, su conclusión es que, se mida como se mida, los CEE son una inversión que merece la pena.
El SROI aporta argumentos sólidos para las políticas públicas, demostrando que apostar por la inclusión genera retornos positivos. El VSI, por su parte, confirma que la gestión empresarial de los CEE crea valor sostenible para todas las partes implicadas o stakeholders.
Los resultados de la investigadora muestran que el valor generado siempre es muy superior a la inversión inicial, lo que significa que el dinero destinado a impulsar los CEE se multiplica en beneficios económicos y sociales. Es un círculo virtuoso en el que cada actor —desde las personas empleadas hasta las empresas colaboradoras— obtiene ventajas reales.
La conclusión es evidente: los Centros Especiales de Empleo son un modelo de impacto positivo. Así que apostar por ellos es impulsar un futuro en el que competitividad e inclusión avanzan de la mano. ¿Te sumas?